Pocas frases del Eclesiastés gozan de tanta fama y predicamento como esta.
Seguramente esta frase guarda una infinidad de significados. No conocer al autor de una cita impide que podamos saber lo que nos quería comunicar esa persona. Uno de los sentidos que se aplican a esta sentencia es poner de relieve la futilidad de las «vanidades» humanas dado lo efímero de la vida…
Para mi encierra otro significado que tiene que ver además con nuestra toma de decisiones. Como muchas cosas importantes de la vida «hallamos» estos significados en espacios inesperados.
Uno de esos espacios fue El Abuelo, una magnífica película de 1998 adaptación de la novela homónima de Benito Pérez Galdós, y que cuenta con un reparto de auténtico lujo: Fernando Fernán Gómez, Cayetana Guillem Cuervo, Rafael Alonso, Emma Cohen, Fernando Guillem…
En uno de las escenas finales de la película encontramos a Don Rodrigo (Fernando Fernán Gómez) y a Don Pío (Rafael Alonso) enfrascados en una conversación trascendental…
Don Rodrigo: Si te dieron a escoger entre el honor y el amor, ¿Qué harías?
Don Pío: Mire, si de eso que llamamos el honor pudiera hacerse una cosa material, sería muy bueno para abonar la tierra. Estiercol para criar la lechuga y el tomate. Eso es el honor en mi humilde opinión, una buena mierda.
¿Cuantas veces nuestras vanidades son contrarias a lo que es bueno para nosotros, a lo que en realidad nos conviene?
Alguien podrá decir que en la película hablan de «orgullo» y no de «vanidad»… ¿Qué más da?
Aquí dibujaremos toda una nube conceptual para la palabra vanidad, dándole un sentido amplio: El ya nombrado orgullo, el querer tener razón, la búsqueda obsesiva del éxito y la fama, el «a mi no me pisa nadie», el falso amor propio, la necesidad de quedar por encima…
¿Cuantas veces tomamos decisiones sesgados por la vanidad?
¿Cuántas veces el «querer tener razón» queda por encima del tener una buena relación con alguien?
Si planteamos la cuestión teóricamente estaremos de acuerdo en la estulticia de este proceder, pero en el «fragor del combate» nuestra vanidad pueden tener más fuerza que aquello que es bueno y conveniente para nosotros y los demás.

Decidir entre orgullo (vanidad) y amor (estar bien) como el bueno de Don Rodrigo resulta tarea fácil sobre el papel pero no lo es tanto cuando nos enfrentamos a la realidad. Muchas veces en la vida nos encontramos ante la decisión de vanidad o felicidad… Recuerda al bueno de Don Pío: La hoguera de las vanidades está hecha de todo lo bueno para nosotros…
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