Pensamiento complejo

por | Oct 31, 2023 | Anti-Coaching | 0 Comentarios

Es tentadora la imagen de que el mundo es un lugar dominado por procesos lineales y simples

¿Por que nos cuesta tanto pensar en niveles múltiples de la experiencia?

La realidad siempre nos supera, y episodios com el ataque de Hamás a Israel y la posterior respuesta de este estado a dicha organización y a Gaza, nos pone sobre la pista de tan compleja como es la vida. Te tengo que confesar que este encabezamiento (tan sencillo) me ha costado precisamente porqué para nada refleja la complejidad de la situación.

A lo largo de estas semanas estamos escuchando análisis de todo tipo, tomas de posiciones variadas y acusaciones cruzadas por adoptar una opinión u otra. Más allá de lo interesados que puedan ser estos análisis y acusaciones, creo que en el fondo subyace la dificultad que tenemos para pensar de forma compleja y a niveles múltiples.

Es tentador pensar que el mundo y las personas obedecemos a la linealidad, esto es, un suceso (independiente de otros sucesos) provoca unos efectos los cuales a su vez se convierten en causas (independientes de otras causas) de nuevos consecuencias…

A esto añadimos nuestros propios métodos de puntuación, es decir cuál es la primera causa, la que justifica todo el resto. Dicho en román paladino: ¿Quién empezó? Quien tiene la razón, aquel que tiene en su poder la primera causa (la primera afrenta, el primer golpe) puede sentirse víctima de cualquier proceso por complejo que sea. Lo «gracioso» es que todo el mundo tiene esa «primera causa». Bueno se siente en posesión de ella y por tanto cree tener la razón.

Una aclaración, por sistema de puntación no me refiero a tildes y acentos, sino a poner el punto de inicio en una cadena de sucesos. Según donde empieces la cadena causa-efecto esta cambia, y lo que para unos es causa, paro otros es efecto, consecuencia o «justa venganza». La puntución se resume fácil: ¿Quién empezó?

La realidad es bien diferente. Las causas se entremezclan, los efectos obedecen a múltiples razones, un suceso determinado provoca una gran variedad de consecuencias, las cuales a su vez se combinan entre si de manera que la cadena de sucesos es en realidad una malla de hebras inextricables.

Es tentador «pensar en simple». La vida así es más fácil, hay causas y efectos claros, y por tanto buenos y malos, positivo y negativo, blanco y negro… La verdad es que resulta una buena forma de tener la conciencia tranquila, ya que nosotros siempre estamos en el bando correcto: en los buenos.

Además de la puntuación tenemos que añadir otro proceso que «contamina» nuestra percepción de la realidad: nuestros mapas mentales (ese constructo formado por nuestras creencias, prejuicios, objetivos, expectativas, necesidades…) condicionan las valoraciones que hacemos de la realidad. En última instancia estas valoraciones son auto-justificativas de nuestros mapas. Se produce un bucle curioso: nuestras creencias profundas condicionan nuestra valoraciones, y estas «dan la razón» a aquellas.

Por tanto necesitamos tomar conciencia de nuestros mapas y disociarnos de ellos para no pensar siempre lo mismo. Comprender a los demás requiere de este alejamiento

Pensar en la complejidad requiere un esfuerzo extra. Por un lado dejar de pensar tal y como lo hacemos y por otro en pensar a múltiples niveles. Niveles que tienen la costumbre de ser ambiguos, paradójicos y contradictorios.

Pensando de esta manera (separando procesos, analizando sin justificar, relacionando los procesos de la maraña que es la realidad, observando como causa y efecto no es más que una puntuación…) llegamos a análisis «poco tranquilizadores para nuestros mapas» de la realidad.

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